Vamos a realizar un viaje desde los pueblos Celtas hasta la formación del Reino de Galicia mostrando la información más relevante de este proceso.
Los pueblos celtas que habitaban en Galicia tienen sus raíces en migraciones indoeuropeas que se cree que comenzaron alrededor del segundo milenio antes de Cristo.
Un viaje desde los Celtas al Reino de Galicia
Estas migraciones llevaron a grupos de habla celta desde Europa Central hacia la península ibérica, donde eventualmente se establecieron en áreas como Galicia.
La llegada de los celtas a Galicia no fue un evento único, sino más bien un proceso gradual que tuvo lugar a lo largo de varios siglos. Los celtas trajeron consigo su lengua, su cultura y su tecnología, influyendo significativamente en la región y en las poblaciones preexistentes. Su presencia dio forma a la identidad cultural de lo que más tarde se conocería como los galaicos, brigantes y astures.
Una vez establecidos en Galicia, estos pueblos celtas desarrollaron una sociedad agrícola y ganadera, basada en la agricultura de subsistencia y la cría de ganado. Vivían en comunidades dispersas, generalmente en pequeños asentamientos fortificados conocidos como castros, que se construían en colinas o promontorios para facilitar la defensa.
Con el tiempo, Galicia se convirtió en una región estratégica que atrajo la atención de diversos pueblos y culturas, incluidos los romanos, quienes conquistaron la región a lo largo del siglo I a.C. La conquista romana tuvo un impacto significativo en la sociedad y la cultura celta de Galicia, introduciendo elementos como la urbanización, la administración romana y la difusión del cristianismo.
Después de la caída del Imperio Romano en el siglo V d.C., Galicia experimentó una serie de cambios políticos y culturales. La región fue invadida por pueblos germánicos como los suevos y los visigodos, y más tarde fue conquistada por los musulmanes en el siglo VIII. Sin embargo, la resistencia de los habitantes locales, combinada con la influencia de la Iglesia cristiana, contribuyó a preservar la identidad celta y a sentar las bases para la formación del Reino de Galicia en la Alta Edad Media