Cajón desastre

¿Son los coches eléctricos una bomba de relojería en los garajes?

Los coches eléctricos han llegado para quedarse, pero junto a sus ventajas medioambientales y de eficiencia también surgen dudas sobre su seguridad, especialmente cuando se estacionan en garajes subterráneos.

El temor más extendido: ¿qué pasa si uno se incendia?

¿Son los coches eléctricos una bomba de relojería en los garajes?

¿Son los coches eléctricos una bomba de relojería en los garajes?

El miedo: incendios difíciles de apagar

Los vehículos eléctricos utilizan baterías de ion-litio que, en casos muy excepcionales de fallo, sobrecalentamiento o accidente, pueden entrar en lo que se conoce como fuga térmica. Este fenómeno provoca un incendio intenso, que genera altas temperaturas y gases tóxicos, y cuya extinción resulta compleja.

A diferencia de los coches de gasolina o diésel, en los que el combustible líquido es la principal fuente de fuego, en los eléctricos es la batería. Y ahí surge la gran diferencia: apagar las llamas puede requerir miles de litros de agua, espuma especial o incluso sumergir el coche en un contenedor de líquido para enfriar la batería.

La realidad: no arden más que los de combustión

Aunque el impacto mediático es mayor cada vez que un eléctrico se incendia, las estadísticas apuntan a que la probabilidad de incendio en estos vehículos no es superior a la de los coches tradicionales. Informes de aseguradoras europeas confirman que la frecuencia de incendios en eléctricos es incluso inferior en algunos países, como Noruega, pionera en movilidad eléctrica.

El problema no es la frecuencia, sino la gestión. Los incendios de baterías requieren protocolos distintos y una respuesta técnica más exigente para los bomberos.

Riesgos en garajes: ventilación y normativa

En un garaje cerrado, sea un coche eléctrico o de combustión, lo más peligroso son los gases y la rapidez con la que el humo puede llenar el espacio. De ahí que el riesgo real esté en la infraestructura del edificio y no tanto en el tipo de vehículo.

Algunos países europeos ya adaptaron sus normativas:

  • Sistemas de ventilación reforzada.
  • Detectores de humo y calor más sensibles.
  • Puntos de recarga con desconexión automática en caso de emergencia.
  • Protocolos de evacuación específicos para aparcamientos con alta densidad de eléctricos.

Conclusión: riesgo diferente, no mayor

Los coches eléctricos no son bombas de relojería ni un peligro añadido para los garajes. Sí plantean un desafío técnico distinto que obliga a actualizar normativas y a formar a los cuerpos de emergencia. En realidad, la seguridad depende más del diseño del garaje y de la preparación de las autoridades que del coche en sí.

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