Los campamentos de verano surgieron en el siglo XIX como una respuesta educativa y sanitaria al tiempo libre de los escolares.
Su origen se remonta a 1853 en Connecticut (EE.UU.), cuando el educador Frederick W. Gunn organizó con sus alumnos una estancia al aire libre para unir aprendizaje, convivencia y contacto con la naturaleza.
De la salud infantil a la conciliación: historia de los campamentos de verano
Poco después, Europa adoptó experiencias similares de la mano de los movimientos pedagógicos reformistas y del escultismo de Baden-Powell, que consolidó la idea de acampar como una escuela de vida.
Las colonias escolares en España: salud y nutrición
En España, la llegada de este modelo tuvo un matiz muy particular: las colonias escolares nacieron con un marcado carácter social y sanitario. Desde 1887 en Barcelona, impulsadas por Manuel Bartolomé Cossío y otros pedagogos, buscaban alejar a los niños de las malas condiciones urbanas y llevarlos al campo o a la costa para reforzar su salud.
La finalidad no era solo educativa: también pretendían combatir la desnutrición y prevenir enfermedades en una infancia castigada por la pobreza. Muchos pequeños encontraban en estos campamentos la única oportunidad de recibir una alimentación equilibrada y de disfrutar de aire puro, sol y ejercicio físico. Durante la II República y el franquismo, las colonias se mantuvieron, adaptando su enfoque ideológico pero conservando su papel en la mejora de la salud infantil.
Los campamentos hoy: ocio y conciliación
En la actualidad, los campamentos de verano han evolucionado hacia formatos muy diversos: desde los deportivos o artísticos hasta los especializados en idiomas, ciencia o tecnología. Sin embargo, más allá de su función educativa y recreativa, hoy cumplen una misión clave en la conciliación de la vida laboral y familiar.

Con las largas vacaciones escolares frente a los periodos de descanso laboral más reducidos, muchas familias recurren a estos espacios para garantizar que sus hijos disfruten de actividades enriquecedoras y seguras mientras los padres trabajan. Así, los campamentos actuales combinan la tradición de ocio, aprendizaje y convivencia con un papel esencial en el equilibrio entre la vida personal y profesional.
De la salud al equilibrio social
La historia de los campamentos de verano refleja cómo una iniciativa nacida para educar al aire libre acabó siendo, en España, un recurso contra la malnutrición y las enfermedades infantiles, y hoy se ha convertido en un aliado indispensable para la conciliación familiar. Su evolución demuestra la capacidad de estas experiencias de adaptarse a las necesidades de cada época, sin perder su esencia: ofrecer a los niños un verano lleno de aprendizaje, convivencia y bienestar.

