Un largo camino por recorrer – Isaura Hermida
Desde muy pequeña supe que me gustaba el movimiento, quizás por mi hiperactividad.
Correr, saltar, bailar y cantar, trepar muros, colgarme de ramas de árboles, andar en bicicleta. Era un suplicio estar quieta, tanto que en el colegio desquiciaba un poco a mis profesoras y en alguna ocasión me decían que era un poco “marimacho”, cosa que no me afectaba, pero no entendía en ese momento. Años después me dí cuenta que en esa época, se suponía, que ese tipo de comportamiento era propio de chicos.
Tuve mucha suerte de criarme en un barrio donde se jugaba en la calle (todos y todas, sin distinción) entre los 70 y 80, además de tener dos hermanos (chicos) con los que podía jugar a canicas, fútbol, coches, trenes y aún así disfrutar con mis muñecas. ¿Por qué tenía que haber juegos o comportamientos de chicas o de chicos?
En cuanto pude, por recomendación de una maestra, empecé natación y Gimnasia Artística Femenina. Al principio cómo algo lúdico hasta que por fin, con 14 años, entré en el club 2000 dónde ya fui federada en Gimnasia de Trampolín. Maravillosos recuerdos de compañeros, compañeras y entrenadores.
Nunca más lo dejé, pasé de ser gimnasta a ser entrenadora sin darme cuenta y sin saber cuántas dudas más iban a surgir en el camino.
Además de la “Gimnasia Deportiva” y la Rítmica (en ese momento deporte femenino, exclusivamente) mi pasión era el Trampolín, pero no había en España casi entrenadoras. Yo no entendía por qué, yo entrenaba a chicos y chicas de igual manera.
En varias ocasiones, al llegar con mis gimnastas masculinos a algún hotel o polideportivo me preguntaban que quién era EL responsable del grupo ¿Cómo? Yo, soy LA responsable del grupo, alguno se sorprendía. Es justo decir, que también he tenido la suerte de tener siempre grandes COMPAÑEROS de trabajo.
Casi a la vez me hice socorrista acuática y también ahí, en ese momento, había muy pocas chicas tituladas y menos trabajando todo el verano en piscinas. Fueron años maravillosos.
Es ahí cuando me seguía preguntando por qué tiene que haber trabajos o profesiones de mujeres o de hombres. Yo suponía que esa decisión dependía de cada persona.
Creo que fue en esa época cuando leí una frase que me hizo reflexionar “No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, si no que tengan más poder sobre sí mismas” de una filósofa y escritora Inglesa (Mary Wollstonecraft) en el siglo XVIII. ¿Cómo? ¿siglo XVIII? 300 años después esta frase siga siendo necesaria.
Los años pasan, yo sigo ejerciendo de entrenadora y mis dudas no parecen tener fin, sobre todo cuando profesionales deportivos me cuentan que un gran número de chicas a partir de los 14-15 años dejan el deporte porque se consideran mayores para seguir.
Por suerte he convencido a muchas de mis gimnastas, cuándo pensaban dejarlo por ese motivo, para que continuaran y conseguí que un gran número de ellas aguantaran hasta los 25 años, todo un logro.
Por suerte, la sociedad poco a poco va avanzando pero aún nos queda un largo camino por recorrer y eso es una responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.
Isaura Hermida – entrenadora de Gimnasia