La provincia de Ourense vive estos días una de las peores oleadas de incendios forestales de los últimos años. El fuego avanza sin descanso, saltando de monte en monte y poniendo en riesgo aldeas enteras.
En este escenario, la respuesta ciudadana ha sido tan rápida como contundente, vecinos que se convierten en improvisados brigadistas. Estos utilizan cubos de agua, mangueras domésticas, tractores o palas para frenar las llamas antes de que alcancen sus casas, fincas o animales.
Vecinos en primera línea: la solidaridad que suple la falta de medios ante los incendios en Ourense
Las imágenes que llegan de distintos puntos de la provincia son tan duras como reveladoras. Grupos de personas formando cadenas humanas para transportar agua, agricultores arando cortafuegos en plena noche y familias enteras desplazando ganado para salvarlo de un destino fatal. No son gestos aislados, sino una red espontánea de colaboración que se multiplica allí donde las llamas amenazan.

Esta implicación no surge solo de un espíritu solidario que Ourense ha demostrado sobradamente en otras emergencias. Surge también de una necesidad evidente: la percepción de que, en muchas zonas, la ayuda oficial tarda en llegar o no puede llegar. La dispersión de los focos, la orografía complicada y la magnitud de los incendios dejan claro que no siempre hay medios suficientes en el momento y lugar precisos.
Lo que en otras circunstancias podría verse como una labor complementaria, en esta crisis se ha convertido en la primera línea de defensa para muchas aldeas. La organización vecinal, la rapidez en la respuesta y el conocimiento del terreno han permitido frenar o desviar llamas en situaciones donde la llegada de brigadas o bomberos resultaba inviable.
La solidaridad ciudadana en Ourense, una vez más, está salvando vidas, hogares y ecosistemas. Sin embargo, esta realidad abre un debate incómodo. Hasta qué punto es justo o sostenible que la población deba asumir funciones que corresponden a las administraciones. Porque la colaboración vecinal es valiosa y admirable, pero nace de la urgencia y del vacío operativo que deja un sistema incapaz de dar cobertura total en una emergencia de esta magnitud.
La magnitud de los incendios y los numerosos focos hacen imposible que los medios “oficiales” puedan cubrir todas las demandas.