¿Algún cardenal rechazó ser Papa tras ser elegido? Hagamos un repaso histórico por los casos de renuncia al pontificado antes de asumirlo.
La elección de un Papa, tras el cónclave, es uno de los momentos más solemnes y decisivos en la Iglesia católica.
Cónclave y renuncia: los Papas que no quisieron serlo
Se asume, casi como un automatismo, que quien resulta elegido por los cardenales acepta el encargo divino. Pero ¿qué ocurre si el elegido no acepta? ¿Ha sucedido alguna vez que un cardenal haya rechazado ser Papa una vez electo?

La respuesta es sí. Aunque se trata de casos extraordinarios y muy escasos, la historia registra algunas ocasiones en las que un cardenal ha rechazado asumir el papado tras ser elegido por el Colegio Cardenalicio. Esta posibilidad está prevista en el derecho canónico: el elegido debe aceptar formalmente el cargo antes de convertirse en Papa. Sin esa aceptación, la elección no tiene efecto.
Casos históricos documentados
Uno de los episodios más conocidos de rechazo fue el de San Felipe Benicio en el siglo XIII. Aunque no se conserva acta formal del cónclave, diversas crónicas relatan que fue elegido Papa en 1268. Este declinó el cargo antes de asumirlo, prefiriendo continuar su vida como superior general de los Siervos de María. No obstante, al no existir documentación oficial del rechazo, este caso entra más en el terreno de la tradición hagiográfica.
Más claramente documentado es el caso de Giovanni Colombo, arzobispo de Milán, quien en el cónclave de octubre de 1978 (tras la muerte de Juan Pablo I) habría recibido varios votos. Este habría anunciado previamente su decisión de no aceptar el pontificado en caso de ser elegido. Aunque no llegó a ser formalmente electo, su disposición expresa revela que este tipo de negativa es contemplada y respetada.
Otro caso es el de Cardenal Carlo Maria Martini, jesuita y también arzobispo de Milán, considerado «papabile» en varios cónclaves. Él mismo, en entrevistas posteriores, confesó que había pedido no ser tenido en cuenta para el pontificado debido a su salud y visión reformadora, aunque nunca fue elegido formalmente.
¿Y si un Papa ya elegido decide renunciar?
En sentido inverso, existen también casos de Papas que aceptaron el cargo pero lo renunciaron más tarde, siendo Benedicto XVI (2013) el ejemplo más reciente y único en la era moderna. Antes de él, Celestino V (1294) fue uno de los pocos que renunció voluntariamente tras apenas cinco meses en el cargo. Su caso es tan emblemático que Dante lo retrata en el Infierno como el “que hizo por cobardía el gran rechazo”, aunque la interpretación de ese verso está ampliamente debatida.
Un acto de libertad y responsabilidad
Rechazar ser Papa es una muestra de la libertad que conserva el cardenal electo, incluso en uno de los momentos más cargados de simbolismo espiritual y presión institucional. Lejos de ser un acto de desobediencia, puede entenderse como un gesto de responsabilidad y humildad, al reconocerse incapaz o no dispuesto a asumir un encargo de tan inmenso peso.
Aunque muy raro, el rechazo a ser Papa existe y está previsto por la Iglesia. Y nos recuerda que, más allá del humo blanco, la elección papal sigue siendo un acto profundamente humano.