La Pascua, una de las festividades más antiguas y profundas del calendario religioso, se celebra cada año con un espíritu de renovación que trasciende credos y fronteras.
Para millones de cristianos en todo el mundo, este día marca la resurrección de Jesucristo, acontecimiento que simboliza la victoria de la vida sobre la muerte y el centro mismo de la fe cristiana.
Qué significa la Pascua: historia, símbolos y tradiciones
Su origen, sin embargo, se remonta mucho más atrás. La palabra «Pascua» proviene del hebreo Pesaj, la celebración judía que conmemora la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Aquella primera Pascua fue una noche de paso: del sometimiento a la libertad, de la opresión al camino hacia la tierra prometida. El cristianismo heredó ese simbolismo y lo transformó en una nueva alianza: el paso de la muerte a la vida eterna.
Cada año, la Pascua cristiana se celebra el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera, lo que hace que su fecha varíe entre marzo y abril. Esta flexibilidad tiene raíces en los cálculos del Concilio de Nicea, en el siglo IV. Aún hoy une a las iglesias en una sincronía que conserva tanto el calendario como la espiritualidad de los primeros cristianos.
Las celebraciones de Pascua suelen comenzar con la Vigilia Pascual, una ceremonia nocturna donde se enciende el cirio pascual, símbolo de Cristo resucitado. En muchos pueblos, especialmente en Galicia, las campanas rompen el silencio del Sábado Santo con júbilo, y las comunidades se visten de blanco para recibir la buena nueva. El «¡Cristo ha resucitado!» resuena en las calles y en los templos, como un eco de esperanza que se renueva año tras año.

Más allá del ámbito litúrgico, la Pascua también ha dado lugar a múltiples tradiciones populares. Los huevos de Pascua, los conejos, las monas y roscas en distintos países, que aunque de raíces paganas, se han integrado como símbolos de vida y fertilidad. En Ourense y otras regiones gallegas, la Pascua se celebra con misas solemnes, procesiones y comidas familiares que conservan el sabor de lo ancestral.
Así, Pascua no es solo una fecha del calendario. Es un tiempo de paso y transformación, un hilo invisible que conecta culturas, siglos y generaciones. Un canto a la esperanza en medio del dolor. Y sobre todo, una invitación a renacer.